Señora en museo

Conocí a Isalda en París, en un particular día nublado. Pasé junto a ella sin poder quitar la vista de su bolso. “¡Es..es..una escultura!” le dije, y recuerdo verla reír con esa solemnidad que sólo los castellanos entendemos. ¿Lo has hecho tú?-exclamé con la misma admiración que ganas de saber. –Si! Se llama Akira. – Pues Akira debería estar en un museo… Delicadamente, Isabel volvió a reír.

Tras ese encuentro hubo otros, y un día me di cuenta de que en nuestras conversaciones, aparecía muy a menudo esa palabra: museo. Es un hecho que las dos somos museístas, cuadrolovers, señoras de museo. Así que pensé que ese, podría ser el lugar exacto dónde llevar a Akira a pasear.

Cojo aire y camino en círculos. Dejo que mi cuerpo me lleve donde Akira quiere estar. Rodin. No esperaba menos de quien viene de París. Hola Rodin. Delicadamente Akira y yo saludamos. Continuamos rodeándolo en círculos. Lo envolvemos. Los círculos son cada vez más y más pequeños hasta que prácticamente están dentro de nosotros. Ahora están dentro de Akira y Akira quiere bailar. Bailamos. Somos tres que bailamos. Nos miran. Los visitantes nos miran. También nos mira seguridad, pero callan. Tal vez saben que no es amable interrumpir un diálogo. Dialogo. Eso somos por un momento. Piel. Museo. Piedra. Diálogo.

Equipo

Foto: Tasha Han

Edición: Jimena Merino

Vestuario: Marlota

Agradecimientos:

Museo Thyssen de Madrid